Cuando un poeta muere el tiempo se detiene.
Es un instante, un tris, una levedad que se interrumpe de futuros, para permitir que el poeta, literalmente, vuele, sin que nadie lo aprecie.
Mientras vuela vaya a saber uno a que planeta de poetas, sus poesías se dispersan por el aire, se lanzan como quien arroja un puñado de si mismo hacia la eternidad.
Y el poeta, entonces, se queda rondando... espiándonos la vida para siempre... haciéndonos tropezar gloriosamente con sus letras aladas .
El poeta murió y esa perpetuidad nos deja el alma poéticamente desbordada.
Testamento de Miércoles
Mario Benedetti
“Quiero aclarar que este testamento
no es el corriente colofón de vida
más bien se trata de un legado frágil
vigente sólo hacia el final de un día
digamos pues que lego para el jueves
las inquietudes que me puso el martes
cambiadas sólo un poco por los sueños
y esa tristeza que es inevitable.
Lego una nube de mosquitos y una
computadora que no tiene pilas
y hasta mi soledad con la esperanza
de que mis legatarios no la admitan.
Lego al jueves cuatro remordimientos
la lluvia que contemplo y no me moja
y el helecho ritual que me intimida
con la vieja elegancia de sus hojas.
Lego el crujido azul de mis bisagras
y una tajada de mi sombra leve
no toda porque un hombre sin su sombra
pierde el respeto de la buena gente.
Lego el pescuezo que he lavado como
para un jueves de horca o guillotina
y un talante que ignoro si es recato
o estupidez malsana o alegría.
Lego los arrabales de una idea
un tríptico de espejos que me hiere
el mar allá al alcance de la mano
la hiedra que abanica las paredes.
Y sólo ahora pienso que en mi árbol
en mis brumas sin rostro y en mi vino
me quedan por legar tantas historias
que alguna se me esconde en el olvido.
Así que por si acaso y por las dudas
y para no afligir a quien me herede
las dejo para otro testamento
digamos el del viernes.”
no es el corriente colofón de vida
más bien se trata de un legado frágil
vigente sólo hacia el final de un día
digamos pues que lego para el jueves
las inquietudes que me puso el martes
cambiadas sólo un poco por los sueños
y esa tristeza que es inevitable.
Lego una nube de mosquitos y una
computadora que no tiene pilas
y hasta mi soledad con la esperanza
de que mis legatarios no la admitan.
Lego al jueves cuatro remordimientos
la lluvia que contemplo y no me moja
y el helecho ritual que me intimida
con la vieja elegancia de sus hojas.
Lego el crujido azul de mis bisagras
y una tajada de mi sombra leve
no toda porque un hombre sin su sombra
pierde el respeto de la buena gente.
Lego el pescuezo que he lavado como
para un jueves de horca o guillotina
y un talante que ignoro si es recato
o estupidez malsana o alegría.
Lego los arrabales de una idea
un tríptico de espejos que me hiere
el mar allá al alcance de la mano
la hiedra que abanica las paredes.
Y sólo ahora pienso que en mi árbol
en mis brumas sin rostro y en mi vino
me quedan por legar tantas historias
que alguna se me esconde en el olvido.
Así que por si acaso y por las dudas
y para no afligir a quien me herede
las dejo para otro testamento
digamos el del viernes.”
Mario Benedetti
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