lunes, 4 de mayo de 2009

“A nuestros niños les falta infancia”

Esta mañana leyendo el diario en internet me encuentro con esta definición: “A nuestros niños les falta infancia”, lo dice Raquel Robles, autora de la novela Perder, que ganara el premio Clarín de Novela, que dirige un instituto de menores y  es fundadora de HIJOS.

Me conmovió sobremanera esto de “a nuestros niños les falta infancia”.

La connotación inmediata es por la Ley de Minoridad, de eso se trata la nota, pero si bien soy consciente, primero por vivir en Argentina, luego por haberlo sufrido personalmente, que la inseguridad ocupa una parte sustancial de nuestros temores y reclamos cotidianos, “la infancia” es un mundo mucho más vasto y con implicancias superiores, a las ya graves, de la inseguridad

Ahora bien, con el tema de la inseguridad cotidiana y la implicancia de chicos y adolescentes en el delito, tengo un sabor a poco, a insuficiente, a emparche, a tirar la pelota para adelante y después veremos… situación que a veces se justifica con frases como “algo hay que hacer ya”

 Tengo también una numerosa cantidad de preguntas irresueltas… ¿sólo el endurecimiento de leyes y castigos resuelve el problema?... ¿no está faltando integralidad: contención, educación, leyes, programas para la niñez, para familias?... ¿hablan todos los implicados, todos los auténticos conocedores del tema?... ¿aquellos que se postulan como “solucionadores” del problema, son los más idóneos para hacerlo?... ¿los responsables políticos están realmente decididos y convencidos de querer resolver la inseguridad?... ¿a dejar de matar, se enseña matando?

Siento que la gran mayoría de los que auténticamente saben, conocen y piensan con fundamento el tema, a los que imagino que tienen otras ideas, o parecidas, pero con implementaciones distintas, esos todavía  no han opinando, ni salen en los medios, ni siquiera se los convoca antes de dar anuncios grandilocuentes.

Y lo que creo peor es que no están mancomunados en un equipo interdisciplinario que analice, programe, resuelva, implemente,  desde todas las aristas posibles, una acción que resuelva lo cotidiano… ¿puede un tema tan complejo resolverse sin atender todos sus complejos componentes?...

Otro peligro es desentenderse. Como nadie hace lo necesario, lo que parece tener sentido, entonces dejemos que ocurra. Y lo digo con la absoluta conciencia que estar escribiendo en este espacio tampoco lo resuelve, ni siquiera tímidamente lo aborda… aun que sí, entonces, creo que me sirve para instalar en algún sitio lo que pienso, siento y creo, ahora,  en este momento, sobre aquello que me sucedió al leer la nota a Raquel Robles, simplemente para eso.

¿Cómo es vivir con escasa o nula infancia?.

Podría hacer un alegato nostálgico, no me cabe, sobre mi propia infancia y la inmensa vastedad de emociones, sensaciones, conexiones, fragancias, texturas, colores y aprendizajes que tuvo mi vida de pibe, en el barrio de Mataderos. Me es imposible pensar sobre este que soy, sin volver, aunque sea por un instante, a mi infancia.

¿Cómo es crecer sin infancia, o con una infancia que connota, hambre, violencia, inestabilidad emocional,  desamparo?

Soy consciente que en mi infancia comencé a soñar mi futuro, a “querer ser grande”, que algo de aquello ocurrió realmente y otras tantas búsquedas quedaron en el trayecto.

Que desde la infancia traigo la emoción por el juego, el valor de la amistad y el vínculo emocional, tanto como la convicción de cuan necesario es tener siempre un lugar placentero a donde ir en el futuro.

Por eso me inquieta tanto… ¿cómo es crecer sin infancia?

¿Cómo hubiesen sido ustedes sin infancia?

¿Cómo será nuestro país en el futuro cuando muy buena parte de una generación ha crecido sin infancia?

Dice Raquel Robles en la nota:

“La vida misma te va envolviendo y va haciendo que llegues a la otra orilla, aunque no quieras. Cuando vivimos momentos duros, saber que en algún momento va a pasar, no sirve de mucho. Pero hay que tener esa certeza, la vida siempre se va a colar con otros personajes, con otros afectos. Nos van a querer igual aunque nosotros no queramos a nadie. Y eso es bueno saberlo.”

Desde ya que hay que resolver con urgencia la inseguridad, ya mismo, pero mucho más aún, como humanos, tenemos que asegurarnos fehacientemente  que nuestros chicos vivan su propia infancia… ¿cómo se hace para llegar a ser grandes sin habar sido chicos?.

Siempre tengo una visión esperanzada de lo que vendrá, tal vez esto que nos sucede está generando una conciencia, todavía invisible, que se ocupe de permitirles ser niños antes que ser juzgados como mayores… ojalá!

 

Luis María Palacios

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